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domingo, 25 de mayo de 2014

es repetitivo


Los gritos se esconden del sol, es repetitivo. Siempre lo mismo. Parece a veces que a las ventanas del rostro les gusta ver el mundo a través de la lluvia. La sensación se sumerge hasta llenar de agua su vida y luego salta de un trampolín al cielo sin estrellas. Cae en la arena y vuelve a sumergirse. Siempre lo mismo. Los gritos se esconden de la lluvia, es repetitivo. Parece a veces que a los árboles del cuerpo les gusta quemarse los días soleados; cuando es verano añoran el otoño y cuando otoño el invierno, es así. Se aferran al suelo y subterráneamente bailan enredados en guerra o comunión con otras hermenéuticas vitales y luego se arrojan al cielo, estirados en su ancha presencia. La arboleda no es de uno sino de varios, pero cada uno baila con el viento como si fuese el especial del montón. El espacial del rombo. Es que el universo es tan amplio. Siempre pasa lo mismo. Si uno cae el grito no hace eco porque los otros aprisionan el sonido. Es que el cielo no es límite del mundo a menos que lo encierres en una ventana. Al final siempre, pasa lo mismo. No puede decirse sin repetir. La sensación de ahogarse en nubes de lodo, que lavan con rocío pero embarran los pies. No es que el barro sea algo malo, es que es siempre igual, y cuando el invierno llegue, la primavera se va a poner celosa, y es así. En climas húmedos un grito no puede propagarse por el horizonte, porque hay árboles y aquí no hay arcoíris que hagan puente a los quejidos de la angustia. Lloran los pasos que acompañan a la luna, siempre pasa lo mismo. Y aunque la miren en todo el mundo y sientan que algo está pasando, nadie escucha los gritos de dolor. Están tan cerca. Es repetitivo. Será que estás sola en realidad. Pero yo a la realidad no le creo nada porque ella no escucha, y que me riegue dios con la miseria que me tiene guardada, lo recibo enredada entre los surcos de un origen que es también fin, que se repite, como la luna, la lluvia, el sol, y el arcoíris no llega y el cielo es prisión, también la tierra, es que siempre pasa lo mismo, el espacio no alcanza aunque sea un bosque, es que son rejas, es que se encierra, es que los gritos se esconden en las cuevas, es repetitivo.


“El motivo de esta trágica compulsión a repetir, que ni siquiera hoy parece agotada, se encuentra en el hecho de que, cuando la cosa se llena hasta el borde de la propia sustancia, corre el riesgo de explotar o de implosionar bajo su propio peso.”